Martín Vestiga, Ema Crista y los escándalos del EMDeR de Mar del Plata
Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.
En una tarde ventosa de Mar del Plata, el reconocido periodista Martín Vestiga intentaba disfrutar de un cortado en la Rambla, cuando apareció (cual brisa indiscreta) el reconocido amarillo aportante del PRO, Ema Crista (más bien conocido como Emanuel), con cara de quien trae más data que el Boletín Oficial.
— Martín Vestiga... ¿Sabías lo del Ente Municipal de Deportes y Recreación (EMDeR)? — Arrancó sin anestesia Ema Crista, mientras se acomodaba en la silla y pedía un submarino con dos medialunas.
Martín Vestiga levantó la ceja como quien espera una primicia de nivel escándalo griego. Y no se equivocaba.
— Resulta que una empleada del ente denunció irregularidades en la gestión de Sebastián D’Andrea. — Continuó Emanuel, casi susurrando, aunque con el volumen suficiente para que la mesa de al lado dejara de hablar del dólar blue. — Parece que hay cuadrillas manejadas por Ezequiel Miranda, el hombre de confianza de Martín Rosales, que gastan combustible como si todos los días fueran la Mille Miglia, pero… ¡Los vehículos no funcionan!
Martín Vestiga, con su tono solemne de noticiero de medianoche, acotó:
— O sea, tenemos nafta que se gasta, máquinas que no arrancan y un misterio que ni Agatha Christie podría resolver.
Pero Ema Crista no había terminado. Con la pasión de quien encuentra oro en un expediente polvoriento, soltó:
— Y eso no es todo. El 15 de septiembre, entre las 17.50 y las 18, un fletero se llevó maderas de obras desde el estadio Minella. Atrás, en moto, lo seguía Ezequiel Miranda, como en una película de acción… Pero con menos presupuesto que "Brigada Cola". El fletero dejó de trabajar por falta de pago, pero las maderas… ¿Dónde fueron a parar?
Martín Vestiga casi se atraganta con la espuma del café.
— Entonces tenemos nafta que se evapora, maderas que se esfuman y toldos de aluminio panamericanos que desaparecieron como si fueran souvenirs de algún funcionario creativo.
Emanuel lo miró fijo, como quien remata la primicia:
— La pregunta es: ¿D’Andrea sabía todo esto? ¿O vamos a sumar este capítulo a la biblioteca de lo "obviado" en General Pueyrredon?
Con el mar de fondo y los lobos marinos bostezando, Martín Vestiga suspiró.
— Querido Ema Crista, lo único que falta es que también se hayan llevado las medialunas del café.
Y mientras el mozo confirmaba que, efectivamente, ya no quedaban medialunas, ambos periodistas entendieron que, en Mar del Plata, los escándalos se multiplican más rápido que las sombrillas en enero.
¡El dinero no es todo! ¡Pero cómo ayuda!








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