Opinión
Exclusivo de NOVA

Nuevas ideas en la empresa familiar: ¿oportunidad de crecimiento o fuente de conflicto?

Por Leonardo J. Glikin, director de CAPS Consultores

Por Leonardo J. Glikin, director de CAPS Consultores

Un análisis de Leonardo J. Glikin plantea cómo la innovación impulsada por miembros jóvenes puede chocar con la cultura, los miedos y las estructuras de poder de las familias empresarias. ¿Qué caminos existen para canalizar esos proyectos sin que se pierda el potencial ni se rompan vínculos?

En un mundo donde la innovación marca la diferencia entre sobrevivir o desaparecer, las empresas familiares enfrentan un desafío particular: ¿hay espacio para que surjan nuevos negocios dentro del grupo?

Leonardo J. Glikin, Consultor de Empresa Familiar Certificado y director de CAPS Consultores, propone en su análisis una mirada honesta sobre los dilemas que atraviesan muchas familias empresarias cuando un integrante -a menudo joven y con poca experiencia- propone una iniciativa disruptiva.

“Cocodrilo que se duerme es cartera”, dice el dicho popular. Y en este ecosistema donde conviven afectos, herencias y responsabilidades económicas, quedarse quieto puede ser sinónimo de estancamiento. Pero abrir la puerta a nuevas ideas no siempre resulta fácil.

Los obstáculos del cambio

Glikin identifica patrones recurrentes que frenan el surgimiento de nuevos negocios dentro de las empresas familiares. Desde el ninguneo de ideas valiosas por parte de quienes no tienen peso en la toma de decisiones, hasta la apropiación no intencionada de esas propuestas por miembros más influyentes, el resultado suele ser el mismo: desánimo, desconfianza y pérdida de capital humano.

Otras veces, el problema no es tanto la falta de escucha, sino la gestión del proceso. Algunos ejemplos:

  • Se responsabiliza al autor de la idea si el proyecto fracasa, desincentivando futuras propuestas.

  • Se impone la lógica de "si lo pagamos, es nuestro", lo que inhibe el desarrollo de iniciativas personales.

  • Se obliga al creador a ejecutar su idea sin tener las competencias necesarias.

  • O, por el contrario, se le quita completamente el control del proyecto con el argumento de que “no tiene experiencia”.

Incluso puede suceder que alguien intente montar su propio negocio utilizando recursos familiares, sin reconocer ni retribuir esa sinergia, generando tensiones internas difíciles de resolver.

La importancia de reglas claras

Para evitar estos escenarios, Glikin destaca la necesidad de establecer acuerdos explícitos, como los Protocolos Familiares, que definan cómo se evaluarán y canalizarán las nuevas iniciativas dentro del grupo empresario.

Algunas preguntas clave que toda familia empresaria debería plantearse:

  • ¿Qué se considera un “nuevo negocio”?

  • ¿Cómo se analiza su viabilidad?

  • ¿Qué recursos se ponen a disposición?

  • ¿Quién decide y bajo qué criterios?

  • ¿Qué rol tendrá quien propone la idea?

  • ¿Cómo se repartirán los beneficios?

Innovación con raíces familiares

Lejos de limitar la creatividad, contar con estos marcos fomenta una cultura donde las ideas fluyen con libertad y responsabilidad. “Cuando se genera un entorno donde las propuestas son valoradas, discutidas y evaluadas con criterios claros, la empresa familiar se transforma en un verdadero semillero de innovación”, asegura Glikin.

No sólo crecen los negocios: también se consolidan los vínculos y se potencia el desarrollo personal de cada integrante. En un contexto así, la empresa familiar deja de ser solo una fuente de ingresos, y se convierte en un espacio de realización colectiva y generacional.

En definitiva, la clave no está en frenar las ideas por miedo al cambio, sino en construir un marco de confianza donde todos se sientan parte y responsables del futuro compartido.

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