Sin embargo, todo indica que el oficialismo no quiere que Francos hable. O mejor dicho: quiere que hable, pero sin que nadie lo escuche. La sesión fue convocada para este miércoles, justo de cara a un fin de semana largo en el que medio Congreso quedó varado en sus provincias.

Según Propuesta Republicana (PRO), “los del interior no consiguieron ni avión, ni micro, ni nada”, y por eso pidieron reprogramar el encuentro. Pero desde el oficialismo respondieron con un clásico “se hace igual”.

¿Casualidad? Parece que no. Voces en los pasillos del Congreso aseguran que la fecha fue elegida a propósito por Martín Menem para garantizar la menor presencia posible de la oposición. De esta manera, Francos podría esquivar los cruces cara a cara y limitarse a dejar el informe por escrito. Más que un informe de gestión, una especie de delivery legislativo.

El oficialismo jura que sus diputados estarán “todos presentes”, mientras que desde el peronismo aseguran que llegarán alrededor de 60 legisladores y la Unión Cívica Radical (UCR) estima una docena.

Aun así, el escenario es incierto: la discusión gira en torno a si realmente se necesita quórum o si alcanza con presentarse y dejar los papeles. Hay dos bibliotecas: una que pide la mitad más uno, y otra que dice que si no se vota nada, no hace falta nada.

En resumen, el Congreso está al borde de convertirse en una oficina de correo. Si la jugada le sale bien al gobierno, Francos evitará el mano a mano con la oposición, responderá desde un PDF y podrá volver a casa sin despeinarse. El show, por ahora, parece armado para que no haya show.