Ah, pero la casta: mientras los jubilados pasan hambre, el titular de ANSES se fue a vacacionar a Cancún
Mientras miles de jubilados cuentan monedas para el pan o abandonan tratamientos médicos por falta de acceso a medicamentos, Mariano de los Heros, titular de ANSES, decidió que el mejor lugar para reflexionar sobre la crisis previsional era… Cancún.
Sí, el funcionario se dio el lujo de unas vacaciones en el Caribe mientras firmaba resoluciones desde la comodidad de una reposera y contradiciendo la directiva presidencial de “nada de viajes al exterior”.
Con un haber mínimo de 265.907,01 de pesos que no alcanza ni para la mitad del pasaje a México, el ajuste brutal sobre los adultos mayores se vive a flor de piel.
Según un informe de la Cruz Roja, el 29 por ciento de los jubilados no logra cubrir sus necesidades alimenticias y casi la mitad (46 por ciento) ve su economía completamente desmoronada. Pero, al parecer, la empatía gubernamental se toma licencia cuando el destino es paradisíaco.
De los Heros no solo disfrutó del sol mexicano; También se las ingenio para firmar resoluciones desde el exterior. Una fuente cercana a ANSES asegura que “lo hicieron volver de emergencia” porque su escapada se volvió pública.
La misma fuente añade que los documentos firmados fuera del país podrían ser nulos por abuso de poder, incumplimiento de deberes y, claro, por una posible malversación de fondos. Pero no nos adelantemos: quizás estaba simplemente aplicando el "manual de la casta que viaja pero no avisa".
Mientras tanto, los jubilados se enfrentan a una restricción inédita en la entrega de medicamentos gratuitos, ahora limitada a quienes ganan menos de 388.500 de pesos y superen un trámite burocrático digno de Kafka. La situación se agrava con el recorte en el Programa de Atención Médica Integral (PAMI), que exige inscripción previa para acceder a medicamentos subsidiados.
Así las cosas, el contraste entre el bronceado del funcionario y la piel pálida de jubilados que renuncian a comer para poder medicarse es tan grotesco como el cinismo de quienes prometieron un discurso anticasta. Porque, al parecer, ajustarse el cinturón aplica solo a quienes ya no tienen uno.
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