Política
Batalla cultural

El peronismo se desangra: 11 distritos bonaerenses ya se pasaron al bando libertario y no miran atrás

El peronismo se sigue dividiendo en mil pedazos entre los distritos y la carta de Cristina Fernández de Kirchner. (Dibujo: NOVA)

El derrumbe del peronismo bonaerense ya no es una sensación: es una realidad cruda, medible y con cifras que duelen. En once distritos de la provincia,

La Libertad Avanza (LLA) le pasó el trapo al histórico movimiento, duplicando sus votos y dejándolo reducido a una sombra del pasado.

Bahía Blanca, Vicente López, General Villegas, Balcarce, Coronel Pringles, Pinamar, Puan, Saavedra, San Isidro, Villarino y Coronel Rosales son hoy los nuevos bastiones libertarios, donde el votante bonaerense le dio la espalda al peronismo con una contundencia que roza el desprecio.

En Bahía Blanca, el caso más extremo, LLA obtuvo un 54 por ciento, mientras que el peronismo apenas llegó al 26. Una paliza electoral que refleja la pérdida total de conexión entre el viejo aparato justicialista y la gente común.

El fenómeno no es casual: después de décadas de promesas vacías, intendentes eternos, punteros y estructuras oxidadas, la paciencia se agotó. El peronismo, que alguna vez supo ser el lenguaje del pueblo, hoy habla solo para sí mismo

Mientras tanto, Milei y su tropa leyeron el hartazgo social y lo transformaron en votos, motosierra y poder territorial.

Lo más alarmante para el PJ es que no se trata solo de una derrota electoral, sino de un colapso simbólico. Estos once distritos, donde antes el peronismo gobernaba sin oposición seria, ya son considerados "territorio libertario" por los armadores de LLA. Los libertarios no solo ganaron: están organizando sus bases para quedarse y gobernar en 2027.

El contraste es brutal. Mientras los libertarios arman equipos locales y piensan en el futuro, el peronismo se devora en internas, discursos reciclados y culpas cruzadas. Nadie asume la caída, nadie sabe cómo reconstruir, y cada dirigente parece más preocupado por su cargo que por entender por qué el pueblo los abandonó.

Los tiempos cambiaron. Donde antes había actos con bombos y choripanes, hoy hay jóvenes hablando de libertad económica y responsabilidad individual. Donde antes había lealtades ciegas, hoy hay votos rebeldes.

El peronismo, encerrado en su laberinto nostálgico, no logra ver que el país se movió, y que el suelo que alguna vez lo sostuvo se volvió arena.

Once distritos son el primer aviso. El kirchnerismo y sus herederos aún creen que pueden resucitar con marketing o con un nuevo "relato", pero el mensaje de las urnas fue implacable: la gente ya no les cree. El peronismo perdió la calle, perdió la mística y, lo más grave, perdió el pueblo.

Mientras tanto, Javier Milei se frota las manos y mira el mapa bonaerense con una sonrisa: el cambio ya está en marcha, y la vieja liturgia peronista quedó fuera de servicio.

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