VIDEO | Los K ya no calientan ni el agua del mate: la gente los odia y se los hace saber en la cara
La reacción de Julia Mengolini en su programa, al censurar en vivo a su notero por entrevistar a una mujer que criticó al kirchnerismo, fue mucho más que un exabrupto mediático: fue el reflejo de un malestar generalizado.
Un gesto que condensó lo que hoy se percibe en las calles, en los barrios y en las redes sociales: la gente ya no le cree al kirchnerismo y está cansada de sus contradicciones.
"Mengolini"
— Tendencias en Argentina (@porqueTTarg) November 3, 2025
Porque se enojó con su notero y lo sacó del aire porque todas las personas que entrevistaba elogiaban a Milei. pic.twitter.com/VwxMWpEER0
En el fragmento viral, la periodista interrumpe abruptamente al movilero Matías cuando una ciudadana responde sobre la situación política y menciona su descontento con los K. En lugar de permitir el diálogo, Mengolini ordena cortar la nota con un seco “ya está, sacá” y luego lanza al aire: “Chau Matu, pésimo móvil… deprimente”.
Esa actitud de censura, que provocó una oleada de críticas en redes, fue interpretada como una muestra más del encierro ideológico de un sector que se resiste a escuchar el descontento social.
Las reacciones no tardaron en llegar. Usuarios de X y colegas del periodismo apuntaron contra la comunicadora por su falta de pluralismo y por representar un tipo de discurso que, según muchos, “ya no tiene llegada”.
No es la primera vez que Mengolini queda en el centro de la polémica: hace apenas días fue cuestionada por haber calificado de “tontos” a los tenistas tras el triunfo del exdeportista Diego Hartfield, de La Libertad Avanza, en Misiones.
Pero esta vez el trasfondo va más allá de un enojo puntual. El kirchnerismo atraviesa una crisis interna visible: después de las elecciones del 26 de octubre, Axel Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner mantienen diferencias sobre el futuro del espacio, mientras los intendentes bonaerenses reclaman renovación y los sectores duros insisten con sostener el relato.
En ese marco, figuras mediáticas como Mengolini terminan funcionando como la voz de una estructura agotada, desconectada de las preocupaciones reales de la gente.
La escena del programa expuso un límite: la sociedad ya no tolera el filtro ideológico ni la soberbia discursiva. En un país que atraviesa una crisis económica y política profunda, la censura a una opinión espontánea es vista como una falta de respeto al sentir popular, porque si no pensás como ellos... se enojan.








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