Cositorto, condenado por fraude, lavado de activos y estafa a miles de inversores, afirmó que “muchos políticos” se beneficiaron con su estructura financiera, mencionando de manera específica al equipo de Santilli. La declaración encendió las alarmas sobre el origen de los fondos que circularon durante las últimas campañas electorales y el rol de quienes hoy ocupan lugares de poder dentro del oficialismo.

Mientras el Gobierno de Javier Milei intenta capitalizar la figura de Santilli como el “nuevo rostro” de su campaña bonaerense, el escándalo amenaza con ensuciar aún más un escenario político ya plagado de sospechas, donde los vínculos entre empresarios polémicos y partidos parecen ser moneda corriente.

Desde el entorno de Santilli, no hubo respuesta oficial. Solo trascendió un tibio “no hay vínculos con Cositorto”, una frase que no alcanza a despejar el manto de sospecha que cubre a buena parte del aparato electoral libertario.

En medio de la crisis económica y la desconfianza generalizada, la confesión de Cositorto vuelve a desnudar la falta de controles reales sobre los aportes de campaña y la facilidad con la que el dinero sucio puede infiltrarse en la política argentina.

Cositorto lo dijo sin filtros: “Muchos se llenaron los bolsillos con plata mía, pero después se hacen los santos”.

Una frase que hoy retumba en los pasillos del poder y deja una pregunta incómoda: ¿quiénes más se beneficiaron del dinero de Generación Zoe?