El acceso a agua caliente es una comodidad que se ha vuelto indispensable en los hogares modernos. Desde la higiene personal hasta las tareas de limpieza, contar con un sistema eficiente es clave para la calidad de vida diaria. Sin embargo, muchas veces se pasa por alto la necesidad de darles un cuidado periódico a los equipos encargados de calentar el agua.
Tanto el termotanque como el calefón requieren rutinas de mantenimiento preventivo que no solo prolongan su vida útil, sino que también contribuyen a la seguridad y al ahorro energético. Entender cómo funcionan y qué cuidados necesitan es fundamental para evitar fallas costosas y riesgos innecesarios.
Diferencias y similitudes entre calefón y termotanque
Aunque ambos cumplen la misma función -proveer agua caliente sanitaria-, los sistemas tienen características muy distintas que determinan su uso y mantenimiento. El calefón es un dispositivo que calienta el agua de manera instantánea, es decir, solo cuando se abre una canilla. No almacena agua en su interior, lo que lo hace más compacto y generalmente más eficiente en términos de consumo de gas, siempre que la demanda de agua no sea muy alta. Su instalación es ideal en hogares con pocos habitantes o donde el espacio es reducido.
Por otro lado, el termotanque funciona con un depósito en el que almacena agua que mantiene a una temperatura constante. Esto permite disponer de un volumen de agua caliente listo para su uso en todo momento, lo que resulta práctico en familias numerosas o en viviendas donde se utilizan varias canillas al mismo tiempo. La desventaja es que consume energía para sostener la temperatura del agua, incluso cuando no se la utiliza.
Ambos equipos requieren mantenimiento, pero las rutinas difieren. En el caso del calefón, la atención se centra en los conductos de gas y en el sistema de encendido; en el termotanque, el foco está en el depósito y en el control de sedimentos. Comprender estas diferencias es el primer paso para implementar un plan preventivo adecuado.
Riesgos comunes por falta de mantenimiento
La ausencia de revisiones periódicas en estos equipos puede acarrear problemas que afectan tanto la seguridad como la economía del hogar. Uno de los más frecuentes es la acumulación de sarro y sedimentos. Estos residuos minerales se adhieren a las superficies internas, disminuyen la transferencia de calor y obligan al equipo a trabajar más, con el consiguiente aumento del consumo de gas o electricidad.
Otro riesgo es la pérdida de eficiencia energética. Un calefón con quemadores obstruidos o un termotanque con resistencia cubierta de sarro demandan más tiempo para calentar el agua, lo que repercute directamente en las facturas mensuales.
En términos de seguridad, los problemas más graves están relacionados con fugas de gas o fallas en el encendido. Una ventilación deficiente, combinada con un mal estado del equipo, puede generar acumulación de monóxido de carbono, un gas altamente peligroso para la salud. A esto se suman las posibles filtraciones de agua, que no solo dañan el aparato, sino también paredes, pisos y estructuras de la vivienda.
Mantenimiento preventivo básico en calefones
En los calefones, el primer paso del mantenimiento es la limpieza de los quemadores. Con el tiempo, el polvo, la grasa y el óxido pueden obstruir los orificios, generando una combustión incompleta y aumentando el riesgo de emanaciones peligrosas. Esta tarea debe realizarse al menos una vez al año por un técnico matriculado.
También es fundamental revisar la presión del agua. Una presión demasiado baja puede impedir el encendido automático, mientras que una demasiado alta puede dañar las válvulas. La inspección de la válvula de seguridad es otro punto crítico: debe estar en buen estado para liberar presión en caso de anomalías.
El sistema de encendido y el piloto, en modelos más antiguos, requieren atención especial. Un piloto que se apaga con frecuencia o que presenta una llama amarillenta en lugar de azul es señal de un mal funcionamiento. La recomendación general es realizar una revisión técnica anual, aunque en hogares con uso intensivo puede ser necesario hacerlo con mayor frecuencia.
Mantenimiento preventivo en termotanques
En los termotanques, la rutina preventiva tiene otras particularidades. Una de las más importantes es el vaciado periódico del tanque para eliminar sedimentos acumulados en el fondo. Esta práctica mejora la transferencia de calor y evita la corrosión interna.
Otro componente clave es el ánodo de magnesio, una pieza diseñada para corroerse antes que el metal del tanque, protegiéndolo de la oxidación. Este elemento debe revisarse cada uno o dos años y reemplazarse cuando esté muy deteriorado.
El control del termostato es esencial para garantizar que la temperatura se mantenga en niveles seguros, generalmente entre 50 y 60 grados. Ajustar el termostato evita consumos excesivos y previene el riesgo de quemaduras. Además, conviene inspeccionar la aislación térmica externa del tanque, ya que un recubrimiento dañado incrementa las pérdidas de calor. Como en el caso de los calefones, es recomendable solicitar al menos una revisión profesional anual.
Señales de alerta que indican necesidad de revisión
Hay varios síntomas que indican que un equipo necesita atención inmediata. Si el agua presenta un color amarronado o contiene partículas, es probable que existan sedimentos acumulados en el interior. Los ruidos inusuales, como golpeteos o zumbidos durante el calentamiento, son otro signo típico de acumulación de minerales.
La disminución del caudal de agua caliente puede deberse a obstrucciones internas o a problemas en las válvulas. Un olor a gas en las cercanías del aparato es una señal de alarma que exige cortar el suministro y llamar a un técnico de inmediato.
Por último, un incremento repentino en las facturas de gas o electricidad, sin cambios en los hábitos de consumo, suele indicar que el equipo está funcionando de manera ineficiente y necesita revisión.
Recomendaciones de seguridad para usuarios
El mantenimiento preventivo no solo se refiere a aspectos técnicos, sino también a hábitos seguros de uso. Una de las recomendaciones más importantes es garantizar una ventilación adecuada en el lugar donde se encuentra el equipo. Los calefones y termotanques instalados en espacios cerrados sin ventilación constituyen un riesgo elevado de intoxicación por monóxido de carbono.
La ubicación del aparato también es determinante: deben instalarse lejos de materiales inflamables y en sitios donde sea posible acceder fácilmente para inspecciones y reparaciones. Otro punto clave es utilizar siempre repuestos originales y servicios técnicos autorizados. El uso de piezas genéricas puede comprometer tanto la seguridad como el rendimiento.
En hogares con niños o adultos mayores, conviene instalar limitadores de temperatura o configurar el termostato en niveles que reduzcan el riesgo de quemaduras. Como complemento, los usuarios pueden elaborar un checklist de seguridad que incluya revisar la llama del piloto, controlar la ventilación, observar posibles filtraciones y verificar el estado de las conexiones de gas o electricidad.
Beneficios económicos y ambientales del mantenimiento preventivo
Realizar un mantenimiento regular no solo protege la seguridad del hogar, también ofrece ventajas económicas. Un calefón o un termotanque en óptimas condiciones consume menos energía, lo que se traduce en facturas más bajas mes a mes. Además, al prevenir fallas graves, se evitan reparaciones costosas o la necesidad de reemplazar el equipo antes de tiempo.
Desde el punto de vista ambiental, un equipo eficiente genera menos emisiones contaminantes y contribuye a un uso más racional de los recursos energéticos. Mantener la temperatura en valores adecuados y reducir pérdidas de calor son acciones que impactan positivamente en la huella de carbono de cada hogar.








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