Política
El narcodiputado está complicado

VIDEO | Espert no negó la transferencia de Machado y se aferra a su candidatura

José Luis Espert, acorralado por la evidencia, evitó responder sobre los 200 mil dólares de Fred Machado y terminó desmentido en vivo por José Bonacci.

En el corazón de la escena política argentina, una tormenta silenciosa se desata. No es una grieta ideológica, sino una fisura que expone los cimientos poco claros sobre los que a veces se construyen las campañas.

El diputado narco José Luis Espert, figura clave del espacio libertario y presidente de la vital Comisión de Presupuesto de la Cámara Baja, se encuentra en el ojo del huracán por su relación con Fred Machado, un empresario con pedido de extradición a los Estados Unidos por narcotráfico.

La versión oficial ofrecida por el economista fue escueta: Machado era un simple adherente que, en 2019, lo ayudó con la presentación de un libro en Chubut y le prestó un avión para dicho evento. Una anécdota casual, casi un favor entre conocidos. Sin embargo, esa explicación se desmorona ante la evidencia que surge desde distintos flancos.

La justicia de Texas, en su investigación, documentó una transferencia de 200 mil dólares a favor de Espert, proveniente de un fideicomiso ligado a Machado y a su socia, Deborah Lynn Mercer Erwin, quien actualmente cumple una condena de 16 años por narcotráfico y lavado de dinero. Lejos de ser un aporte anónimo más en una campaña, este dinero tiene un origen marcado por la sombra del delito internacional.

Pero la trama se profundiza y se vuelve más orgánica. Según pudo saber NOVA por fuentes muy cercanas al dipunarco, la relación entre Espert y Machado era mucho más estrecha y frecuente de lo que se admitió.

No fue un encuentro fortuito. Según testimonios recogidos por este medio, Espert y Machado se reunieron en, al menos, tres oportunidades: la primera en el Hipódromo de San Isidro, donde el empresario se ofreció a financiar la campaña y puso a disposición una camioneta y el avión.

Luego, en un hotel de Recoleta y, finalmente, en la casa de Luis Rosales, el candidato a vicepresidente que acompañaba a Espert en esa fórmula.

En aquella reunión en la residencia de Rosales, la trama adquirió un tinte surrealista. Estuvieron presentes, además de Espert y Machado, el consultor internacional Dick Morris y otros invitados. Se hablaba del futuro del país y se veía a Espert como un “emperador” en ciernes. Machado no era un espectador; era un armador.

Tanto es así que intentó concertar una reunión con el periodista Marcelo Longobardi para proponerle que fuera el candidato a vicepresidente en la fórmula de Espert. La gestión, insistente y fallida, revela el nivel de injerencia que Machado pretendía tener en la construcción política del espacio.

Estos datos pintan un cuadro completamente distinto al de la explicación inicial. La relación no se limitó a un viaje en avión. Fue un vínculo operativo, de asiduo contacto, donde un hombre hoy requerido por la justicia norteamericana participaba activamente en las estrategias y en la búsqueda de figuras para completar la boleta presidencial.

El giro en televisión: Espert no negó la transferencia y explotó al aire

La presión sobre Espert se intensificó en las últimas horas. Obligado por el propio gobierno a dar explicaciones en televisión, el economista protagonizó una tensa entrevista en A24 donde esquivó una decena de veces la pregunta sobre los 200 mil dólares transferidos por Machado. Entre gritos y acusaciones contra Juan Grabois, que lo denunció judicialmente, Espert no negó en ningún momento la existencia de la transferencia.

En un mensaje desafiante, advirtió: “No me voy a bajar de ninguna manera”, dejando en claro que busca sostener su candidatura para mantener fueros luego del 10 de diciembre. También cruzó a Patricia Bullrich, quien le había reclamado explicaciones públicas: “Patricia tuvo una frase desafortunada y la malinterpretaron”, minimizó.

La situación se volvió aún más explosiva cuando José Bonacci, dirigente santafesino y referente del frente Unite, el sello que usó Espert en 2019, llamó en vivo a A24 para desmentirlo categóricamente.

“Al profe lo respeto profundamente y lo quiero, pero en este caso está mintiendo. No fue el sello partidario el que le proveyó los medios de locomoción”, aseguró, confirmando que el avión y la camioneta blindada eran de Machado.

Además, detalló que el vínculo de Espert con el empresario narco se inició en aquella reunión del Hipódromo de San Isidro, información que coincide con lo revelado por NOVA.

Lejos de cerrar la polémica, Espert terminó de abrir un frente interno aún más complejo al intentar responsabilizar a Unite y, con ello, salpicar al karinismo, mencionando a Antonio Montenegro y a su hija Lucía, legisladora porteña cercana a Karina Milei.

La grieta de credibilidad

El silencio inicial de Espert y sus evasivas televisivas refuerzan lo que ya había mostrado la investigación de NOVA: la relación con Machado fue mucho más que un favor de ocasión. Ahora, con la confirmación indirecta de Bonacci y la negativa pública a dar respuestas claras, la grieta no es ideológica, sino de credibilidad.

La pregunta persiste: ¿hasta qué punto la sombra de un narco llegó a tocar las fibras más íntimas de un proyecto político que prometía transparencia?

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