Los datos corresponden a un promedio entre los primeros dos trimestres del año: en el primero, el 54,9 por ciento de los argentinos vivía bajo la línea de pobreza y el 20,3 por ciento era indigente, mientras que en el segundo, los índices se redujeron ligeramente a 49,4 por ciento y 15,9 por ciento, respectivamente. Estas estimaciones se realizaron a partir de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

Agustín Salvia, director del ODSA, explicó que, si bien la situación actual es crítica, no se compara con la de 2001-2002 debido a que el desempleo, aunque en alza, no alcanza los niveles de aquellos años en los que rondaba el 20 por ciento.

Sin embargo, Salvia advirtió sobre dos factores que sostienen estos niveles alarmantes de pobreza e indigencia: la destrucción de empleos en el sector informal y los bajos salarios en el sector formal privado.

Salvia precisó que aproximadamente la mitad de los trabajadores formales del sector privado perciben ingresos por debajo de la Canasta Básica Total (CBT), que en julio alcanzó los 900.648 pesos, con un incremento del 81,7 por ciento en lo que va del año.

Paralelamente, un informe de UNICEF reveló que el 48 por ciento de los hogares argentinos no logra cubrir sus gastos mensuales, un aumento de siete puntos en comparación con 2023 y de quince puntos respecto a 2022. La encuesta también mostró que un millón de niños se va a dormir sin cenar, y entre los adultos la situación es aún más grave: 4,5 millones de personas debieron saltear alguna comida.

La leve baja de la pobreza e indigencia entre trimestres se debe, según Salvia, a una disminución de la inflación junto con un incremento en los salarios de los empleados formales del sector privado, quienes lograron recuperar una parte de lo perdido en los primeros meses del año. No obstante, los trabajadores del sector público y los informales tuvieron una recuperación menor, lo que perpetúa las dificultades económicas.

“Las clases medias trabajadoras y los segmentos técnicos profesionales en áreas dinámicas lograron cierta recuperación, pero los trabajadores de sectores como la industria y la construcción no recibieron ajustes salariales acordes a la inflación. En tanto, los trabajadores informales y dependientes de programas sociales no han logrado recuperarse, profundizándose la desigualdad entre los distintos sectores laborales”, explicó Salvia.

El escenario económico sigue siendo preocupante: el último Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec mostró caídas significativas en junio, con un retroceso del 23,6 por ciento en la construcción, 20,4 por ciento en la industria manufacturera y 18,6 por ciento en el comercio mayorista y minorista.

A futuro, desde el ODSA prevén una desaceleración en la mejora de los índices de pobreza e indigencia observada en el segundo trimestre, aunque con una tendencia levemente a la baja debido a factores como el dinamismo en el consumo, el aguinaldo, los aumentos en jubilaciones y mejoras en los planes sociales.

A pesar de estos factores, no se espera una reducción significativa en los indicadores. El observatorio brindará una visión más completa sobre la situación económica y social del país en diciembre, cuando finalice su encuesta nacional que evaluará ingresos, empleo, inseguridad alimentaria, malestar psicológico y otros indicadores multidimensionales.