Sin embargo, aunque en el caso del cese de la asistencia a los comedores se ha comprobado una mínima fracción de casos en los que sí hubo irregularidades, en el resto de las instituciones que fueron desfinanciadas a pesar de estar en regla, la ayuda estatal sigue paralizada. Son los propios encargados de los comederos los que piden que auditen e investiguen, pero que mientras tanto, continúen entregando la comida. Que vale remarcar, ya la tienen comprada y se les está pudriendo en los depósitos por capricho del Gobierno.

Lo que ocurre con el caso de la salud es todavía peor, puesto que no solo la interrupción de la ayuda estatal a pacientes de enfermedades de suma gravedad -como el cáncer- terminó causando la muerte de más de 50 personas debido a que tuvieron que interrumpir sus tratamientos, sino que además la Justicia indicó que las denuncias de corrupción en la entrega de los fármacos es más falsa que perro verde.

El juez que atendió la causa, Julián Ercolini, fue tajante y categórico a la hora de derrumbar la ficción montada por Pettovello y sus secuaces mileístas: el magistrado concluyó en su fallo que no existió delito alguno, puesto que los propios fiscales que investigaban el caso no encontraron forma de proceder con la acusación de que llevaba adelante la subsecretaria Legal del Ministerio de Capital Humano, Daniela Gianni.

La fantochada fue tan burda que incluso, como la denunciante es Gianni y no el Ministerio, Capital Humano no puede ni siquiera apelar el fallo, puesto que aunque está obviamente involucrado en el tejido político, formalmente no está involucrado en la causa.

Lo cierto es que la operación quedó desarticulada y salta a todas luces que la denuncia solamente fue una excusa utilizada por el Gobierno de Milei, mediante Pettovello, para apretar fuerte con el ajuste al sector sanitario y así poder obtener el famoso “superávit” que tanto festejó el “Presiduende”.

Pero lo verdaderamente espantoso del caso es que el daño ya está hecho, y no hay fallo judicial que pueda devolverles la vida a las personas que murieron esperando un remedio. Sus muertes quedarán en la memoria y cargarán por siempre la conciencia de los funcionarios desalmados que llevaron al país a una situación semejante.