La historia viviente
Figuras de la política

Carlos Menem, el peronista cancelado

El expresidente de la Nación, Carlos Menem. (Dibujo: NOVA)

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

Esta efeméride puede presentarse de tres maneras diferentes: el 14 de mayo de 1989 la fórmula peronista Carlos Menem-Eduardo Duhalde ganó las elecciones presidenciales; el 14 de mayo de 1995 la fórmula peronista Carlos Menem-Carlos Ruckauf ganó las elecciones presidenciales y por último, el 14 de mayo de 2003 el candidato peronista Carlos Menem desistió de participar en la segunda vuelta y en consecuencia la fórmula, también peronista, Néstor Kirchner-Daniel Scioli, fue proclamada a falta de competidor en el balotaje que iba a tener lugar cuatro días después.

Menem, protagonista principal de la política entre 1988 y 2003, fue cancelado por el peronismo. No hay nada más autoritario que la cultura de la cancelación, pero su cercanía a los liberales como Álvaro Alsogaray y Domingo Cavallo y su abrazo con el asesino de Isaac Rojas la pagó con el desprecio de su propio partido. Mientras tuvo el poder el peronismo lo acompañó, salvo algunas excepciones. Pero cuando volvió al llano, los mismos que lo aplaudían le dieron la espalda hasta el día de hoy.

La cancelación en Argentina no es nueva. En un recordado discurso en la Sociedad Rural Argentina -en el que fue silbado-, el expresidente Raúl Alfonsín dijo sin eufemismos: "Es una actitud fascista la de no escuchar al orador." El líder radical nunca le sacó el cuerpo al debate. Siempre con altura, con respeto y con la firmeza de quién defiende una posición con gallardía pero sin caer en la necedad de anular al otro. Alfonsín no fue un presidente perfecto, pero fue un caballero de otra época que creía en la palabra como herramienta en la construcción de concensos.

El relevo de Alfonsin fue Carlos Menem, dueño de un carisma único, con la picardia de adecuar el discurso en el momento indicado y sin miedo a mezclarse con la gente. Con ese estilo campechano le ganó la interna del PJ, en 1988, al gobernador de Buenos Aires, Antonio Cafiero. Ya en 1989, el derrumbe del plan económico de la UCR y los números de las encuestas que nunca acompañaron del todo al candidato radical Eduardo Angeloz, hicieron el resto.

Menem fue un hombre de diálogo y alcanzó un logro único en la historia argentina desde que hay mediciones de inflación: Una década de estabilidad económica que se tradujo en una moneda fuerte, en crédito hipotecario y en la sensación de que eso iba a durar para siempre. Pero no todas fueron rosas. Escándalos de corrupción, atentados terroristas, contrabando de armas, muertes nunca esclarecidas, el fallecimiento de su hijo, la Ferrari que condujo a la Costa Atlántica violando las normas de tránsito, el clima festivo permanente que daba un aire de insoportable levedad al gobierno, la desocupación de dos dígitos que dejó al concluir su mandato y el desmembramiento de las empresas públicas y de los ferrocarriles argentinos, también fueron el sello distintivo de su presidencia.

Hoy Carlos Menem es reivindicado por Javier Milei. El mandatario liberal resalta la figura del presidente peronista que se abrazó con los liberales para gobernar en nombre del peronismo. Objetivamente, Carlos Menem fue el único presidente que pudo domar a la inflación, pero fue cancelado por el peronismo posterior por haber dejado de lado las veinte verdades peronistas. El riojano nunca canceló a nadie, porque sabía que no hay nada más autoritario que la cultura de la cancelación (estuvo cinco años preso durante la dictadura) pero el peronismo nunca se hizo cargo de él, como tampoco se hizo cargo de ninguna figura surgida de sus filas cuyo paso por el Gobierno no haya sido feliz. El liberalismo lo reclama como uno de los suyos, pero no termina de aceptarlo por su origen peronista, y la pregunta es inevitable ¿Qué hacemos con Menem?

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