El legado inmortal del Padre Carlos Mugica, a 50 años de su asesinato
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 11 de mayo de 1974 la Argentina -atravesada por la violencia política- fue sacudida por el brutal asesinato del Padre Carlos Mugica, un sacerdote que dedicó su vida a la lucha por la justicia social y la dignidad de los más postergados.
Nacido en el seno de una familia aristocrática el 7 de octubre de 1930, Carlos Mugica rompió con las expectativas de su clase para abrazar la causa de los pobres. Ordenado sacerdote en 1959 se convirtió en una figura clave del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y del equipo de Curas Villeros, trabajando incansablemente en las villas miseria de Buenos Aires.
Mugica no solo fue un pastor espiritual, sino también un activista político que adhirió incondicionalmente al peronismo y a la lucha por los derechos de los más necesitados. Su compromiso lo llevó a abrazar al peronismo por extenderlo como la aplicación práctica del evangelio.
Su asesinato, perpetrado al salir de la Iglesia Francisco Solano tras celebrar misa, fue un golpe devastador para su feligreses y marcó la medida de la violencia en una época que fue el prólogo de la noche más larga, oscura y tenebrosa de nuestro país. El crimen fue obra de la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A, un grupo parapolicial organizado, dirigido y financiado con recursos del Ministerio de Bienestar Social.
Ricardo Capelli: testigo y cronista de una época sangrienta
Ricardo Capelli, amigo y colaborador de Mugica, sobrevivió al atentado que le costó la vida al sacerdote. En su libro "Antes y después del asesinato de mi amigo EL PADRE MUGICA", Capelli ofrece un relato conmovedor y detallado de los eventos que rodearon la muerte de Mugica, así como de su vida y obra. El testimonio que Capelli dejó por escrito para acercar la figura de Mugica a las generaciones actuales fue presentado recientemente en la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
A lo largo de los años, el recuerdo de Carlos Mugica ha sido honrado de diversas maneras, incluyendo la reubicación de sus restos a la Villa 31, donde fundó la parroquia Cristo Obrero. Figuras como el Papa Francisco han resaltado su figura como un gran sacerdote que luchó por la justicia.
Medio siglo después
Hoy, a 50 años de su muerte, la figura de Carlos Mugica trasciende el tiempo. Su pasión por la justicia social y su amor incondicional por los pobres continúan inspirando a nuevas generaciones. Mugica no es solo un recuerdo; es un llamado a la acción, un símbolo de esperanza y un recordatorio de que la lucha por un mundo más justo debe continuar.
El asesinato de Carlos Mugica fue más que un acto de violencia; fue un intento de silenciar una voz poderosa que clamaba por cambio y equidad. Mugica murió, pero su memoria y enseñanzas siguen resonando, guiando a aquellos que buscan construir una sociedad más compasiva y justa. Su vida y sacrificio son un testimonio eterno de amor y compromiso con los más vulnerables.