Los besos son la antesala al acto sexual, el entrelazamiento de los labios y los movimientos son claves para lograr una recepción por parte del otro. Muchos se reprimen la posibilidad de morder y jugar en ese lapso en que las caricias también son importantes para propiciar el momento de intimidad total.
Lo que muchos no saben es que hay diferentes tipos de besos y que, el lugar donde los damos y cómo las damos, son factores claves para definir nuestra personalidad y rasgos sexuales.
tengo ganas de sentir , de vivir de ahogarme en un beso , de que me arranques la ropa con desquicio de unas manos fuertes jugando con mis senos , que una lengua carraspoza se anime a perderse en mis pezones , tengo ganas de sentirme humeda cerrar los ojo y pensarte ,,,, pic.twitter.com/GuAIJVPe5u
— paloma fuentes (@palomaf25668612) October 30, 2020
El que se da con mucha suavidad, acariciando lentamente con la lengua los labios de la otra persona, sin apuro ni ansiedad y detectando cada punto nervioso bucal se conoce como beso francés. S u contrario, el beso aparente, provoca la necesidad de avanzar, en él no existe pausa que valga, los labios se acercan a tal punto que falta el aire y los latidos se aceleran.
El beso explorador no distingue zona, él se apropia del cuello, pecho, abdomen, y todas las espacios que pueda habitar con su jugueteo. Sin embargo, hay otro que las parejas elijan con frecuencia y con un fuerte vínculo sexual: el beso con mordidita, que consiste en morder con suavidad un labio durante unos segundos, indicio de que llegó la hora de aumentar los decibeles.
Por último, nos topamos con el beso en el cuello, un clásico en las escenas de las películas más ardientes. El que nos recuerda ese vínculo inquebrantable con el otro, un deseo distinto al erotismo convencional y ese ánimo de explorar algo más allá de la carne. Como punto final, el beso en la oreja es infaltable, ya quees un “vamos a la acción” y que la meta es sí o sí la cúspide del placer absoluto.