
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 13 de diciembre de 1828, el coronel Manuel Dorrego, gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires, moría fusilado en Navarro por orden del general Juan Lavalle, quien lo había derrocado pocos días antes. Dorrego fue uno de los principales referentes del naciente federalismo rioplatense y un defensor de los intereses de las provincias y de los sectores populares frente a la oligarquía porteña.
Dorrego nació el 11 de junio de 1787 en Buenos Aires, en el seno de una familia acomodada. Estudió en el Real Colegio de San Carlos y luego en la Real Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile, donde se involucró en los movimientos independentistas. Regresó a Buenos Aires en 1810 y se incorporó al Ejército del Norte, bajo el mando de Manuel Belgrano. Participó en las batallas de Salta y Tucumán, donde se destacó por su valor y su carisma, pero también por su indisciplina y su rebeldía.
Entre 1814 y 1815, Dorrego participó de la guerra contra José Gervasio Artigas. En 1816 se casó con Ángela Baudrix, con quien tuvo dos hijas. Por su negativa a acatar las órdenes castrenses del director supremo Juan Martín de Pueyrredón, debió partir al exilio. En 1820, volvió a Buenos Aires y fue elegido gobernador interino, cargo que ejerció por tres meses. En octubre de 1823 asumió como legislador bonaerense. En 1825 apoyó la Crizada Libertadora de los Treinta y Tres Orientales. En 1827, fue elegido nuevamente gobernador de Buenos Aires, en reemplazo de Juan Gregorio de Las Heras.
Su gestión se caracterizó por su apoyo a la guerra contra el Imperio del Brasil, por su oposición a la Constitución unitaria de 1826, por su defensa de la autonomía provincial y por su política de conciliación con los caudillos federales del interior, como Estanislao López y Juan Facundo Quiroga. También tomó medidas de carácter social, como la abolición de la esclavitud, la distribución de tierras a los indígenas, la creación de escuelas públicas y la promoción de la cultura popular.
Su gobierno fue resistido por los sectores unitarios, que lo acusaban de demagogo, de tirano y de traidor. El 1 de diciembre de 1828, el general Lavalle, al frente de un ejército de veteranos de la guerra con Brasil, lo derrotó en la batalla de Navarro y lo tomó prisionero. A pesar de los pedidos de clemencia de varios oficiales y de la intervención de José de San Martín, que le escribió una carta desde Francia, Lavalle ordenó el fusilamiento de Dorrego, que se llevó a cabo el 13 de diciembre de 1828, en un campo cercano a Navarro.
Su muerte desató una ola de indignación y de violencia en el país, que se sumergió en una guerra civil entre unitarios y federales que duró más de dos décadas. Dorrego fue reivindicado por el partido federal como un mártir de la causa popular y como un precursor de la organización nacional. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.